La semana comenzó con tensión en Washington y reacciones en cadena en los mercados globales, todo girando en torno a una sola pieza legislativa: el ambicioso —y polémico— proyecto de ley fiscal propuesto por Donald Trump, conocido como “One Big Beautiful Bill”. Se trata de una reforma de gran alcance que redefine prioridades fiscales y políticas de gasto en EE.UU., y que busca aprobarse antes del 4 de julio, Día de la Independencia.
¿Qué propone el proyecto de ley?
En términos sencillos, este plan fiscal busca reducir impuestos de forma significativa, prolongando los recortes introducidos durante el primer mandato de Trump. También elimina incentivos fiscales para energías renovables, recorta programas sociales, aumenta la inversión en seguridad fronteriza con 350.000 millones de dólares, y otorga exenciones en áreas como propinas, horas extra y contribuciones a la seguridad social. Según sus promotores, esta estrategia permitiría «impulsar el crecimiento, reducir déficits y eventualmente lograr un superávit fiscal».
El Secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que este proyecto “se paga solo con creces”, subrayando su confianza en que impulse el empleo, beneficie a los trabajadores y, a largo plazo, controle la deuda nacional. También deslizó que la Reserva Federal podría estar demorando demasiado en recortar tasas, lo cual indica una creciente presión fiscal-monetaria desde el Ejecutivo.
Elon Musk y el llamado al “Partido América”
Pero no todos están convencidos. Elon Musk, CEO de Tesla y una de las voces más influyentes del mundo empresarial, lanzó una advertencia tan política como provocadora:
“Si se aprueba este descabellado proyecto de ley de gastos, el Partido América se formará al día siguiente”.
Con estas palabras, Musk amenaza con romper el histórico bipartidismo estadounidense, apuntando tanto a republicanos como demócratas, en un contexto de creciente insatisfacción popular con las opciones tradicionales. Su comentario encendió las redes y añadió una capa inesperada al debate fiscal.
Tensión en el Capitolio
La votación del sábado fue ajustada: 51 a favor, 49 en contra, con dos republicanos uniéndose a los demócratas. El vicepresidente JD Vance estuvo presente en caso de un voto de desempate, reflejando la gravedad del momento. Aunque el Senado logró abrir el debate, todavía se esperan días intensos de negociaciones, enmiendas y nuevos votos. Cualquier modificación exigirá que el texto regrese a la Cámara de Representantes para su aprobación final.
La oposición demócrata, encabezada por Chuck Schumer, ha optado por una táctica de obstrucción. Acusan a los republicanos de presentar el texto “en la oscuridad de la noche” y exigen leer las más de 940 páginas en el pleno. “No quieren que el país sepa lo que contiene este proyecto”, acusó Schumer, mientras Trump utilizaba Truth Social para presionar por su aprobación.
Mientras tanto, los mercados globales siguen atentos. Asia-Pacífico abrió el trimestre con ganancias leves y Wall Street cerró en positivo. En Europa, el Euro Stoxx 600 empezó bien pero giró a la baja, y el euro se apreció ligeramente frente al dólar. El dólar estadounidense, de hecho, cerró su peor primer semestre en 52 años, arrastrado por la incertidumbre fiscal y la expectativa de menores tasas.
En Bruselas, la UE se prepara para aceptar el “arancel universal” de Trump, aunque busca exenciones en sectores clave. La tensión comercial sigue presente, con implicancias aún por definirse.
Los inversionistas estarán pendientes hoy de indicadores económicos como los PMIs manufactureros, el IPC armonizado en Europa, el ISM manufacturero en EE.UU., y el foro de banqueros centrales donde hablarán figuras clave como Powell (Fed), Lagarde (BCE) y Ueda (BoJ). También se esperan nuevas declaraciones de Bessent y el avance del proceso legislativo en el Senado.