Hoy ha entrado en vigor la aplicación de los aranceles del 25% impuestos por Estados Unidos sobre las importaciones de acero y aluminio procedentes de la Unión Europea. En respuesta, la UE ha anunciado una serie de medidas de represalia que afectarán a productos estadounidenses por un valor equivalente al impacto de los gravámenes estadounidenses sobre las exportaciones europeas, estimado en 26.000 millones de euros. Estas medidas se implementarán en dos fases, con el objetivo de equilibrar las condiciones comerciales y proteger los intereses económicos de los Estados miembros.
La primera fase de las medidas de la UE entrará en vigor el 1 de abril. En esta etapa, se restablecerán los aranceles sobre 4.500 millones de euros en exportaciones estadounidenses. Entre los productos afectados se encuentran el whisky bourbon, los vaqueros y las motocicletas Harley-Davidson, que enfrentarán gravámenes de hasta el 50%. Estas medidas replican las adoptadas durante el primer mandato de la administración Trump, en respuesta a políticas comerciales similares.
La segunda fase, que está pendiente de aprobación por parte de los países miembros de la UE, incluiría la imposición de aranceles sobre otros 18.000 millones de euros en productos estadounidenses. Entre los productos potencialmente afectados se encuentran cosméticos, ropa, madera, soja, pollo, carne de vacuno y otros productos agrícolas. Además, se ha contemplado la posibilidad de ampliar estas medidas para incluir otros 3.500 millones de euros en productos. De ser aprobada, esta segunda fase entraría en vigor el 13 de abril.
Por su parte, el Reino Unido, que recientemente ha finalizado su proceso de salida de la Unión Europea, ha optado por no sumarse a las represalias inmediatas. En su lugar, el gobierno británico ha reiterado su compromiso con las negociaciones comerciales con Estados Unidos, a pesar de que sus exportaciones también se han visto afectadas por los aranceles globales al acero y al aluminio. Esta decisión refleja la estrategia del Reino Unido de mantener una relación comercial independiente con Washington, al tiempo que busca definir su nueva posición en el escenario global tras el Brexit.
Las medidas adoptadas buscan preservar el equilibrio en las relaciones comerciales y proteger a las industrias europeas afectadas por los aranceles estadounidenses. No obstante, la UE ha dejado abierta la posibilidad de negociaciones con Washington durante el período previo a la implementación de las medidas, con el fin de evitar una escalada adicional en las tensiones comerciales.