El Sol se fortalece más de 9 % en el año: ¿riesgo para la economía peruana?


El Perú atraviesa una etapa de aparente estabilidad macroeconómica, pero bajo la superficie se gesta un riesgo estructural: la descoordinación entre el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) en el manejo de los equilibrios externos y fiscales.

Mientras el BCRP cumple con rigor su mandato de mantener la estabilidad monetaria y contener la inflación, el fortalecimiento del sol frente al dólar, impulsado por mayores flujos de capital y una política cambiaria defensiva, empieza a generar tensiones en sectores clave de la economía real, especialmente en las exportaciones mineras y metalúrgicas, que constituyen la columna vertebral de los ingresos fiscales y de la cuenta corriente del país.

Un sol fuerte, pero un Estado fiscalmente débil

Según el MEF, el déficit fiscal del Perú se ubica alrededor del 2,6 % del PBI al cierre de junio de 2025, con una meta oficial de 2,2 % para fin de año. Sin embargo, los reportes mensuales del BCRP muestran que el déficit anualizado fue 3,3 % del PBI en el primer trimestre y 3,7 % en enero, lo que revela un deterioro persistente de los ingresos del Estado frente a un gasto público inflexible.

La causa de fondo no está solo en la estructura tributaria, sino en la desconexión entre la política monetaria y la política fiscal. Mientras el MEF enfrenta la volatilidad política —con frecuentes cambios de ministros y gabinetes que afectan la continuidad técnica de su gestión—, el BCRP mantiene una posición más independiente y conservadora, defendiendo la fortaleza del sol.

Pero aquí surge la paradoja: un sol demasiado fuerte encarece las exportaciones y reduce la recaudación fiscal minera, debilitando el ingreso de divisas y presionando la cuenta corriente. En un país donde más del 60 % de las divisas provienen de las exportaciones de metales, esta desconexión entre ambas instituciones puede convertirse en un riesgo macroeconómico de primer orden.

El costo político de la fragmentación técnica

La falta de coordinación no es nueva, pero se ha profundizado con la inestabilidad política. Los constantes cambios en el MEF interrumpen la planificación fiscal y retrasan medidas de consolidación que deberían acompañar la política monetaria. Mientras tanto, el BCRP avanza en solitario, con herramientas eficaces para controlar la inflación, pero sin un diálogo estructurado con el MEF que permita alinear objetivos de competitividad externa y sostenibilidad fiscal.

Esta brecha técnica se traduce en señales mixtas para el mercado: por un lado, un tipo de cambio a la baja refuerza la confianza financiera; por otro, los ingresos tributarios por exportaciones se erosionan, limitando la capacidad del Estado para reducir su déficit sin recortar inversión pública o elevar impuestos.

Riesgos y alertas

Si esta tendencia continúa, el Perú podría enfrentar un escenario de desbalance dual: una moneda sobrevalorada y un déficit fiscal creciente. Ello implicaría un riesgo para la competitividad exportadora, la recaudación minera y, en última instancia, la calificación crediticia del país.

La experiencia de otras economías emergentes muestra que la coordinación entre el banco central y el ministerio de finanzas es esencial para evitar este tipo de divergencias. Una política fiscal contracíclica sin respaldo monetario, o viceversa, puede desestabilizar el equilibrio externo y erosionar la credibilidad institucional.

El Perú no enfrenta una crisis, pero sí una advertencia: un BCRP técnicamente sólido no basta para sostener la estabilidad si el MEF no puede ejecutar una política fiscal coherente y predecible. La fortaleza del sol es, en parte, reflejo de la confianza en el BCRP, pero también podría transformarse en una vulnerabilidad estructural si la política fiscal no logra adaptarse a las condiciones de un país exportador.

La tarea urgente no es solo económica, sino institucional: reconstruir los mecanismos de coordinación entre ambas entidades y blindar la gestión del MEF frente a los vaivenes políticos. De lo contrario, el país corre el riesgo de tener una moneda fuerte, pero unas finanzas públicas cada vez más frágiles.


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