La posibilidad de que el cierre del gobierno estadounidense se extienda hasta la próxima semana genera preocupación entre economistas y analistas financieros, quienes advierten que el informe de empleo de octubre podría presentar distorsiones. En un momento en que los mercados se encuentran especialmente sensibles a las señales sobre inflación, crecimiento y política monetaria, la falta de datos confiables incrementa la incertidumbre y altera las expectativas en torno a las próximas decisiones de la Reserva Federal (Fed).
En este contexto, el dólar tiende a fortalecerse como activo refugio, mientras las monedas emergentes, incluido el sol peruano, podrían experimentar episodios de presión bajista y mayor volatilidad. La aversión al riesgo reduce temporalmente el flujo de capital hacia economías en desarrollo, encareciendo el financiamiento en moneda local y limitando la estabilidad cambiaria regional.
No obstante, los escenarios alternativos merecen atención. Si el cierre resulta breve y los reportes económicos se normalizan rápidamente, el impacto sobre los mercados emergentes sería limitado, al tratarse de un fenómeno transitorio. En cambio, si la parálisis se prolonga y obliga a la Fed a adoptar una postura más prudente —posponiendo decisiones de política monetaria hasta contar con información más sólida—, el dólar podría perder tracción, favoreciendo una recuperación de los activos de mayor rendimiento en América Latina.
Existe incluso una tercera lectura: si el cierre se percibe como una señal de disfunción política en Washington, la confianza internacional en el liderazgo económico de Estados Unidos podría deteriorarse, debilitando al dólar en el mediano plazo y reequilibrando los flujos hacia divisas emergentes. En cualquier caso, el desenlace dependerá de la duración del cierre y de la reacción de la Fed ante un panorama de datos incompletos y elevada sensibilidad del mercado global.